Hoy es mi cumpleaños!!

Hola a todas, hoy 30 de mayo es mi cumpleaños!! Y cumplo nada más y nada menos que 40 añitos. Os pongo una fotito para que veais lo bien que me mantengo:

Bueno, esta es de cuando tenía 4 años, total, el cero no vale nada...jijiji

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"A Dios pongo por testigo..."


"A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre"

¿Quién dijo esta famosa frase del cine?

¿Lo adivináis?

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♪ io loró, loró, loró iú ♪


Una tarde soleada, Jessica estaba en el parque echando miguitas de pan a los pajarillos cuando llegó un pájaro azul y blanco. No recordaba haber visto ninguno como aquél en el pueblo de las MiniDamiselas y se interesó en él. Estaba muy cansado y sucio y la muchacha se preguntó que le abría pasado.

Jessica pensó que sería mejor que se lo llevara a casa para cuidarlo y el animalito la acompañó agradecido.

Mientras tanto, una jovencita preocupada, con un zurrón a la espalda, viajaba de un lado a otro, parando en los pueblos por los que pasaba para preguntar si alguien había visto a un pajarito azul con las alas blancas. Varios días antes, había bajado a Maienfeld a comprarse un vestidito y su amiguito Pichí la había seguido sin que se diera cuenta. Al volver no lo encontraba por ninguna parte, pero esperó hasta la mañana siguiente por si regresaba.

Lo que había ocurrido es que el pequeñín, después de seguir a Heidi hasta el pueblo, la había perdido de vista al entrar en una tienda y se había acurrucado en un carro a esperarla. El pajarillo se había dormido y cuando se despertó se encontraba muy lejos de Maienfeld.

Intentó volver volando a los Andes, pero no sabía hacia que dirección volar. Así había acabado en el pueblo de las MiniDamiselas, donde una chica muy amable le había cuidado y le había dado cobijo.

Parecía que esa muchacha había cuidado pajarillos toda su vida y Pichí se sentía muy a gusto con ella, aunque deseaba poder volver a su hogar.

Pasados unos días, Heidi había llegado al pueblo de las MiniDamiselas y había preguntado en la tienda de ropa de Belén por su amiguito. En vez de la típica respuesta de negación que había escuchado hasta ahora, recibió una grata sonrisa y una dirección. En el pueblo se comentaba que Jessica cuidaba de un pajarito azul y blanco y enseguida Belén supo que la niña hablaba de ese pájaro. La acompañó hasta la casa de Jessica y tanto Pichí como Heidi se pusieron muy contentos de verse de nuevo.

Al día siguiente ya había preparado un carromato para llevar de vuelta a los Andes a la niña y su pájaro. Jessica y Belén fueron a despedirlos en la plaza del pueblo y ambas pudieron observar las caras de felicidad de dos amigos que se reencuentran.

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Azul, es que este amor es azul como el mar, AZUL

Jaja pues eso chicas, que hoy lanzamos la serie Blue Power para vuestro deleite, ahí tenéis a 6 de nuestras niñas azulonas.

Que paséis un buen día ^^



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Angela


Lo único que quiere Ágata es que la dejen en paz, todo el pueblo lo sabe, pero si eres de fuera, no te crees que en el bosque habite una bruja malvada que te vigila desde su cueva en lo alto de la colina. Si encima eres una chica tímida a la que no la gusta la compañía de extraños, menos caso les vas a hacer.

Esa fue la peor equivocación que cometió Angela al meterse sola en el bosque sin conocer los peligros que corría.

La muchacha había llegado al pueblo por pura casualidad. Viajaba hacia el norte en tren, pero tuvieron que parar porque se había caído un árbol en medio de la vía. La noche anterior se había levantado mucho viento y se habían tronchado varios árboles. El pueblo más cercano era el de las MiniDamiselas y en él hospedaron a todos los viajeros del tren, ya que tardarían por lo menos dos días en despejar la vía.

Angela se maravilló con el hermoso ciclamor que había impedido que continuara con su viaje, la encantaba el dibujo y la fotografía y quería inmortalizar uno de ellos, así que decidió buscar más especímenes como ese.

La chica solo intercambió dos palabras con la hija de los dueños del Hostal, Carmen, que también era la encargada de los espectáculos en el Hostal. Preguntó dónde podía encontrar esos árboles y si la facilitaría la comida para llevarse al viaje.

Carmen la contó que sólo había oído que crecían en el camino que llevaba a la vieja mansión abandonada que se encontraba en la otra punta del bosque, pero que, con un poco de suerte, encontraría algún otro cerca de donde estaba el que había caído sobre la vía, ya que no era seguro internarse en el bosque, porque en él vivía una temible bruja.

Angela hizo oídos sordos de la advertencia, no recordaba haber visto ningún ciclamor desde el tren, así que decidió ir a la vieja mansión, ya que la resultaba un entorno mucho más adecuado para hacer sus fotos.

Se puso en camino a través del bosque y no miró atrás. Siguió hacia el norte cinco kilómetros antes de parar a comer. Cuando se puso de nuevo en camino la dio la sensación de que el bosque estaba demasiado silencioso, pero a ella no la importaba, la gustaba el silencio.

Al llegar a la mansión la embargó una gran alegría, siempre había deseado estar en un sitio como ese. No la importó que se la hiciera tarde, todo tendría un aspecto más siniestro en las fotos.

Después de hacer varias fotos del exterior pensó en hacer unas cuantas del camino de ciclamores desde una de las ventanas de la casa. Descubrió que la puerta trasera no estaba cerrada, al contrario que la principal, y se internó en la mansión sin pensárselo mucho.

Mientras hacía algunas fotos la pareció oír un ruido en la parte de arriba y decidió ir a investigar. Al llegar al rellano del segundo piso la pareció que salía luz por debajo de una de las puertas de su izquierda. Estaba nerviosa, pero no asustada, nunca lo estaba, así que puso la mano encima del pomo y lo giró muy despacio. Abrió la puerta poco a poco y de repente se topó con una muchacha pelirroja con un atuendo de bruja morado. Salió corriendo hacia la salida, pero la bruja se apareció delante de ella.

Se quedó muy quieta observándola y, tenuemente, la preguntó que quién era y que porqué había entrado en la mansión.

Angela le explicó los motivos que la habían llevado hasta allí y Ágata la contó que también un árbol era el motivo de que estuviera en esa casa, pues ahora una gran secuoya tapaba la entrada a su cueva. Había pedido ayuda a un amigo para moverla, pero hasta que llegara tenía que vivir en la mansión.

Ambas pasaron la noche juntas en la casa y Ágata descubrió que se sentía a gusto con la muchacha. Así que hablaron durante toda la noche y a la mañana siguiente Ágata la acompañó hasta el pueblo para que pudiera seguir con su viaje.


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Verde que te quiero verde

Hoy os enseño una purrelilla de camafeos que he ido haciendo y no os he enseñado todavía, y ya que estaba, les he buscado una temática común. Aquí tenéis la serie Green Power:



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Supercalifragilisticoespialidoso


Un día, mientras Estela jugaba con su muñequita en el parque, una sombra extraña pasó a toda velocidad por encima de su cabeza. La niña se quedó helada, creía que acababa de ver a una bruja volando, pero sabía perfectamente que Ágata no se acercaría al pueblo por nada del mundo y no conocía a ninguna otra bruja que viviera cerca.
Llena de curiosidad, Estela siguió la dirección que había tomado la sombra. Se topó con unas botas negras y un bolso enorme, no sabía a quién podían pertenecer, pero los cogió y siguió su camino. De repente se dio cuenta de hacia donde la llevaban sus pasos, sólo había un sitio al que ir en aquella dirección, el Hospital del pueblo.
Vio que mucha gente se arremolinaba en la puerta de entrada, cuchicheando. Todos parecían haber visto esa sombra y haberla seguido hasta allí. Por lo menos ya sabía dónde estaba el dueño de las cosas que había recogido.
Estela vio a la enfermera morena con el pelo cortito, era la que siempre la ponía las inyecciones, pero la caía muy bien. Ella también la vio y la hizo señales para que la siguiera. 
La guió hasta una habitación de la segunda planta y, antes de abrir la puerta, la preguntó si había pasado ya el sarampión. ¿A qué se debía esa pregunta? La respondió que sí y la enfermera la dijo que entonces podía pasar sin peligro.
Al entrar en la habitación se encontró en la cama a una mujer muy guapa con una expresión amistosa que la sonreía amablemente, solo que tenía la cara y las manos llenas de manchitas rojas, típicas del sarampión.
-Nunca me había pasado esto- Dijo la mujer simpática -He cuidado a miles de niños y jamás ninguno me había pasado el sarampión, pero supongo que para todo hay una primera vez... - La sonrió otra vez y Estela la devolvió la sonrisa, definitivamente le caía bien esa mujer. -Veo que has encontrado mis cosas, es fantástico. Muchas gracias por traérmelas hasta aquí. De repente, a mitad de camino, me sentí enferma y tuve que descender. Gracias a dios había un hospital cerca.-
-¿Dónde se lo dejo?- Preguntó Estela.
-Déjalo ahí, junto al paraguas.- 
Estela no se había fijado hasta entonces en el curioso paraguas. La empuñadura con forma de pájaro parecía estar viva, tenía los ojos cerrados e incluso se podía advertir como roncaba débilmente. 
-Siéntate, por favor.- Estela se sentó junto a la cama sin apartar la vista del paraguas. -Curioso ¿verdad?- Dijo la mujer. -Parece un angelito, pero deberías verlo cuando está hambriento.- Rió ella. 
Estela por fin apartó los ojos del pajarraco para mirarla con cara extraña.
-Oh, discúlpame, dónde están mis modales, se me ha olvidado presentarme. Soy la Srta. Poppins, Mary Poppins. ¿Y tu cielo? ¿Cómo te llamas?-
-Ehh... Estela, me llamo Estela.- Por fin respondió.
-Que nombre tan bonito. Estela, ¿te gustaría que te contara una historia?-
-¡¡Claro!!- Dijo la niña.
Estuvieron hablando durante horas. La chiquilla se lo estaba pasando tan bien que no se dio cuenta de que llamaban a la puerta.
-Disculpa Estela,- Era la enfermera del pelo cortito. -Pero me temo que debes irte ya, el horario de visitas se ha acabado.
-Oh, está bien.- Respondió ésta, taciturna.
-Si quieres puedes venir mañana y te cuento otra historia.- La dijo la Srta. Poppins.
-Me encantaría.- Contestó Estela recuperando la sonrisa.
-Bueno pues entonces hasta mañana.-
-Hasta mañana.-
La enfermera la acompañó hasta la puerta y la despidió con la mano.
El sol se ponía en el horizonte mientras la chiquilla, camino de su casa canturreaba feliz...
-Chim chiminey, chim chiminey Chim chim cheroo! Yo soy un honrado deshollinador...-

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Rocío


Hola chicas, hoy os presento a Rocío, una vecinita MiniDamiselana.

Rocío se ha puesto muy contenta por salir en el blog y desea poder conoceros en persona muy pronto.

Besitos de parte de Rocío.

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La grán batalla


-Las hordas enemigas ya se acercan.- Comentó Hatter a su amiga Alicia- Se dice que muchos seres de varios mundos se han puesto del lado de la Reina y se están coordinando para atacarnos de un momento a otro.

-¿Pero cómo puede alguien unirse a esa bruja? ¿Acaso no ven que reina el caos por donde ella pasa?

-La codicia es una enfermedad muy contagiosa.- Susurró entre dientes.

El Sombrerero y su "ejército" habían llegado hace un par de días, pero aún se unían varios soldados más que, como Alicia, habían contemplado la devastación de la Reina y habían decidido actuar.

Había varios faunos y un par de dríades, al amanecer había llegado un grupo de centauros y varios gigantes y antes de la llegada del ejército ya estaban allí un grupo muy numeroso de seres que Alicia no podía catalogar en ninguna especie que conociera. Todos eran diferentes entre sí pero a la vez muy semejantes, tenían un poco de esto y un poco de aquello, algunos branquias, otros mucho pelo... Las demás especies los llamaban "mestizos" pues decían que habían nacido de la unión de razas distintas y algunos estaban tan mezclados que ni siquiera se podía adivinar las especies de las que provenían.

Por la zona rondaban unas especies de hadas pequeñísimas que parecían delicadas, pero eran mortíferas. Producían un veneno tan letal que ni siquiera tenías tiempo de parpadear antes de caer al suelo fulminado. Lo untaban en sus diminutas espadas, lanzas y flechas. Las solían llamar Wasps (avispas).

Además de todos los soldados también había en el campamento muchos humanos con vestiduras extravagantes y animales muy raros. A simple vista se podía adivinar que éstos eran los amigos del Sombrerero.

 

Todo estaba ya dispuesto para la batalla, Aegion, el jefe de los centauros, era un gran estratega y, ya que no podían contar con el factor sorpresa porque debían esperar a que viniera la Reina, se aprovecharían de que ella no conocía el entorno.

Dispusieron muchas trampas en un claro cercano al portal, ya que allí sería donde seguramente se libraría la batalla. Formaron varios grupos y todos se prepararon en sus puestos a esperar.

Ágata había creado un muro mágico en la frontera del bosque para que no se acercaran al pueblo y ahora esperaba pacientemente la señal del tronco que la avisaría de la llegada de la Reina. Junto a ella estaban el Sombrerero y Alicia hablando calmadamente de sus cosas.

Entonces el árbol empezó a titilar. Todos se levantaron como accionados por un resorte, el momento había llegado. Rápidamente tocaron la corneta que avisaba a todos los grupos para que estuvieran alertas. Ágata aguantaba cerrado el portal para que les diera tiempo a todos de irse a su posición, pero el poder de la Reina era muy superior al suyo, así que tuvo que soltarlo rápidamente y salir volando en su escoba…

 

Las horas siguientes nadie las pudo relatar con mucha exactitud, algunos decían que, al ver caer poco a poco a su ejército, la Reina se asustó y se fue por donde había venido. Otros dicen que alguna raza la capturó y se la llevó a su mundo. Todos coincidieron en que había sido una batalla muy reñida.

Solo una persona sabía lo que había pasado, Alicia. En medio de la batalla la Reina había aparecido delante de ella y habían luchado como antaño. Cuando Alicia ya la tenía acorralada la Reina gruñó que esta vez había ganado, pero que tarde o temprano, volverían a verse las caras. Alicia se dispuso a dar la última estocada pero la Reina desapareció. Solo quedó de ella su malvada risa resonando en los oídos de la muchacha.

Jamás se atrevió a decirle a nadie lo que había ocurrido, ya que la Reina no había vuelto a molestar a ningún mundo y parecía que poco a poco se estaban olvidando de ella. No quería inundar de temor los corazones de los que habían conocido a la Reina, pero sabía que algún día volvería a encontrarse con ella.

Hasta entonces tenía claro que no iba a dejar que la Reina inundara su mente, tenían mucho que hacer, muchos reinos que reconstruir, y, después de todo, habían conseguido que la Reina huyera con el rabo entre las piernas.

Alicia estaba contenta con la labor que había hecho, ya se ocuparía de ella otro día.


P.D.: Ya se que me he extendido un poco pero había muchas cosas que quería incluir, y la verdad es que no tenía muy claro que hacer con la Reina. Al final he decidido no matarla, porque, la verdad es que, mirándole a esa carita que tiene, me he dado cuenta de que en el fondo me cae bien, jeje.

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Vienen refuerzos


La otra tarde Ágata buscaba a Alicia desesperadamente, pues el árbol mágico estaba brillando, lo que quería decir que alguien estaba intentando pasar desde otro mundo. Cuando dio con ella ambas fueron a ver quien venía al mundo de las MiniDamiselas.

Ágata la mostró lo que le ocurría al tronco del árbol y Alicia se llevó una gran sorpresa al ver que del portal mágico no salía la Reina Roja, sino alguien que agradaba mucho más a la muchacha, su amigo el sombrerero Hatter.

Ambos se pusieron muy felices al reencontrarse. Alicia no sabía que había sido de su amigo después de que se fuera del País de las Maravillas y se alegró al ver que estaba bien.

Ya con un buen té en la mano, se pusieron al día y Alicia palideció al enterarse de que la Reina Roja no solo la buscaba en varios mundos, sino que los tomaba por la fuerza y dejaba soldados a su paso para que los gobernaran a su manera.

Hatter también la contó que la Reina Blanca había desaparecido. Se rumoreaba que la tirana de la Reina Roja la tenía atrapada en algún mundo de los que había tomado y él había decidido ir personalmente a buscarla. 

En eso estaba cuando se había encontrado con la persona que menos esperaba ver en su viaje, Alicia.

Él había supuesto que estaría escondida y no paseando por los alrededores de un portal acompañada de una bruja, que, según su opinión, era un ser convenido y oportunista.

La recomendó que se ocultara cuanto antes en otro mundo, pero Alicia rechazó su consejo. Ahora tenía claro que la Reina Roja no venía con buenas intenciones y no estaba dispuesta a dejar que siguiera haciendo maldades por donde pasaba, la plantaría cara, pero no podía hacerlo sola.

Pidió al Sombrerero que la ayudara, y él le dijo que había hecho algunos amigos por los mundos que había pasado. No eran los más cuerdos y tampoco los más hábiles luchadores, pero servirían. Alicia también le pidió que contactara con algunas personas que compartían su enemistad con la Reina Roja y poco a poco fueron ultimando los planes para la batalla, pues estaba claro que habría una batalla.

Así, tal como había venido, volvió a desaparecer su amigo. Pero Alicia no estaba triste, pues le volvería a ver. Sólo estaba preocupada, ya que no la hacía mucha ilusión volver a luchar tan pronto. Tenía recientes los recuerdos de la última guerra a la que había asistido. 

Aunque Alicia tenía una cosa bien clara, ésta vez la pararía los pies a la Reina PARA SIEMPRE.


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