Minidamiselas, muñecas de broche románticas y coquetas

Como sabéis, hay varias nenitas en el pueblo de las MiniDamiselas, y todas ellas, claro está, van al cole del pueblo.

Su profesora es una mujer amable y cariñosa que las quiere mucho y les prepara divertidísimos juegos educativos con los que se lo pasan genial.

Como ya queda poco para que termine el curso, las peques están alborotadas y, debido al calor, no es fácil para la profesora que la presten toda la atención en clase.

Así que un día dijo a las niñas:

 -"La clase de conocimiento del medio de mañana la daremos en el campo. Traeros una gorra, el almuerzo y un cuaderno y un lápiz para apuntar la lección."-

Al día siguiente todas estaban muy entusiasmadas de salir del aburrido aula y explorar por el campo, no sabían que iban a hacer exactamente, pero estaban nerviosísimas. Trajeron todo lo que les mandó la seño y, a la hora de conocimiento del medio, ya la esperaban inquietas en la entrada del cole.

La profesora las pidió que la siguieran formando una fila y empezaron a caminar rumbo a las afueras del pueblo. Cuando llegaron a un hermoso prado la profesora se paró y las mandó que se agruparan de cinco en cinco. Después, las dijo que debían dibujar en su cuaderno todas las especies distintas de flores que pudieran encontrar, y que el grupo que encontrara más flores distintas y las reconociera se llevaría un premio. Todas salieron corriendo, entusiasmadas con la competición, y pronto desaparecieron los grupos entre los árboles. A la hora estimada la señorita tocó el silbato y todos los grupos volvieron al centro del prado, todos menos uno. El grupo formado por Adela, Virginia, Anita, Miriam y Sofía no había vuelto aún y la profesora se estaba empezando a preocupar.

Llamaron a algunos vecinos del pueblo y entre todos se pusieron a buscarlas, debían de estar por los alrededores.

Mientras tanto, no muy lejos de allí, un grupo de niñas asustadas intentaban buscar la salida de la gruta en la que se habían metido. No querían perder la competición y a alguien se le había ocurrido la gran idea de buscar flores dentro de la gruta ya que, si encontraban alguna, nadie más la tendría y ganarían.

"Pero ahora estamos perdidas" pensó Virginia, que iba en la retaguardia del grupo.

-"Tranquilas chicas, creo que veo la salida"- dijo Sofía, que iba en cabeza.

Poco a poco empezaron a ver con más claridad y el camino se fue ensanchando. Para su sorpresa, no salieron a el exterior, sino a una especie de cámara dentro de la gruta en la que se filtraba el agua del mar. Cuando terminaron de entrar,todas abrieron la boca, sorprendidas. A la orilla del agua había multitud de flores fluorescentes brillando suavemente y, junto a un macizo de flores, había una bella sirena probándoselas en el pelo. Cuando la sirena Ariel se dio cuenta de que era observada se lanzó al agua y desapareció. Las niñas se quedaron muy quietas observando las ondas en el agua y, un poco más cerca de ellas, volvió a aparecer la sirena.

-"¿Qué os ocurre niñas?"- las dijo -"¿No encontráis la salida?"-

 Todas asintieron y la sirena empezó a darlas instrucciones. Como Ariel nunca había pisado fuera del agua, solo sabía una manera de salir de la gruta, por el mar. Así que las niñas se metieron en el agua y cogieron aire. No era un camino muy largo, pero todas estaban exhaustas al salir por el otro lado de la pared de piedra. Allí las esperaba un barco al que, al parecer, había avisado Ariel. Eran Cloe y Diana.

Las llevaron al puerto, donde ya las esperaba la profesora y el resto de compañeras. No habían ganado la competición, pero su experiencia había sido mejor que cualquier premio que pudieran recibir jamás.