Cruella de Vil




Hay momentos en los que uno piensa “¿por qué me tiene que pasar todo a mí?” y algunas veces una vocecita te responde “debes de ser una mala persona”, y en serio lo crees. ¿Pero qué ocurre si no es así? ¿Qué ocurre si la persona más gafada del mundo es, o intenta ser, una buenísima persona? Hay un refrán que dice algo así como que si presupones que atraes desgracias, las acabarás atrayendo.

Nuestra amiga Agata pensaba firmemente que atraía la mala suerte. De pequeña había recibido el don (o la desgracia) de poseer poderes mágicos. Una vez, paseando por el bosque, se encontró con una bruja y ésta pensó en convertirla en su aprendiz, pero al ver que ni una pizca de maldad corría por sus venas, la bruja decidió evitarse el mal trago de enseñarle magia a la niña. Su infancia fue dura, pero no rechazó sus poderes e intentó aprender por su cuenta a usarlos. Tanto los seres mágicos buenos como los malos la rechazaban. Los buenos por ser bruja y los malos por ser buena. Solo la aceptaban algunos animales, como los murciélagos, los sapos, o los gatos. Al final fue creciendo e intentó aprender a odiar lo bueno, pero en el fondo no quería hacerlo. Un día, cuando era aún joven, unos niños la estaban tirado piedras por ser distinta. Agata lanzó un hechizo a uno de ellos y enseguida le empezó a crecer la lengua. Al principio sus amigos se rieron, pero pararon enseguida al ver que se estaba ahogando con su propia lengua. La brujita intentó pensar que se lo merecía, que ella era una bruja y ellas hacían cosas así, pero finalmente retiró el hechizo sabiendo que no podría hacerle daño al niño por mucho daño que la hubiera hecho a ella. Desde ese día se retiró al bosque y decidió que nunca más volvería a salir de él.

Pero ahora Agata se encontraba a varios kilómetros del bosque.

La bruja se despertó en la más plena oscuridad, el suelo de piedra estaba frío y sentía la forma de unas cadenas rodeándole las manos. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. En seguida se puso nerviosa y empezó a chillar hechizos hacia todas partes. Oyó ruidos y exclamaciones dentro de la habitación en la que estaba y paró de disparar. Se tranquilizó un poco y encendió un dedo a modo de vela para ver quién más estaba allí encerrado. Bajo la leve luz consiguió distinguir a la mayoría de personas y de repente recordó qué es lo que había pasado.

Un brujo, el brujo más poderoso que ella hubiera visto, la había secuestrado a ella y a Grimhilde cuando estaban en su cueva. El brujo iba en dragón y las aturdió a las dos con su penetrante aliento. No recordaba nada más después de eso.

Agata pudo ver a muchos magos y brujas malignos encerrados con ella, además de a otras personas que estaba segura de que no tenían ni pizca de magia.
De repente una voz conocida la pegó un codazo diciendo –“¡Apaga esa luz, maldita bruja! Tu habrás pasado dos días durmiendo, pero los demás queremos descansar.”- Era Maléfica, estaba irreconocible, su pelo estaba esparcido por sus hombros, en vez de en su extraño tocado, su capa estaba desgarrada y no portaba su habitual cetro. A Agata la dio por mirarse a sí misma y comprobó que no estaba en mejores condiciones, el dragón la había destrozado la ropa y magullado en varios sitios.

Bajó la intensidad de la luz y siguió investigando. Una figura pequeña y flacucha se agarraba sus pobres extremidades mientras sollozaba.

-“Cruella acaba de llegar”- La dijo un mago cercano –“Yo no lloraría como un bebé si Merlín me hubiera quitado mi abriguito, pero claro, ya se sabe cómo son los `sin magia´.”- Espetó.

Entonces Agata comprendió por qué no la había reconocido antes. La malvada mujer no llevaba su habitual abrigo de pieles, y sin él parecía una pequeña niña arrugada. Ya no imponía tanto.

La puerta del calabozo se abrió de golpe y el mago Merlín entró por ella. En seguida todos los magos empezaron a lanzarle hechizos, pero ninguno le hizo daño. Le rodeaba una brillante esfera mágica que hacía las veces de escudo. El brujo dio un rápido vistazo a la sala, devolviendo la mirada de odio que le lanzaban sus prisioneros. De repensé se paró en Agata y cambió radicalmente su rostro. Ya no había odio en él, solo pena, como si supiera de su trágico pasado y no quisiera tenerla allí retenida.

El brujo se volvió a poner serio y comenzó a hablar. –“Hechiceros malvados y podredumbre del mundo en general. No voy a andarme por las ramas, os he traído hasta aquí para mataros. No puedo quedarme quieto más tiempo observando cómo destruís el mundo, aunque lo que sí que no puedo permitir es que uséis mi propia magia para hacerlo. Algunos, por supuesto, no sabéis de que magia os hablo, pero he pensado que, ya que estaba haciendo limpieza, me debería deshacer de todo tipo de escoria.” – Sonrió amargamente.

-“Tu.”- Dijo señalando a Agata. –“Empecemos por la más joven.”- Y mientras se dio la vuelta sus cadenas la arrastraron detrás del mago. Todos los presentes gritaron y maldijeron, pero no consiguieron detenerla. Incluso Cruella la intentó agarrar con las piernas, pero acabó soltándose.

Cuando estuvieron fuera la puerta del calabozo se cerró y ambos empezaron a subir por unas escaleras, Agata arrastrada por las cadenas mágicas. Entraron en un despacho abarrotado de cosas mágicas y Merlín se sentó en su escritorio.
-“Siéntate.”- dijo. Y las cadenas la arrastraron hasta la silla. Agata temblaba de pies a cabeza, esperaba que el brujo la matara rápido, no soportaba el dolor. –“Antes de nada, quiero que sepas que no te voy a hacer ningún daño”- La brujita se sorprendió y se relajó. El mago continuó hablando. –“Se quién eres y cómo has vivido tu corta existencia. Sé que no pensabas asesinar a la princesa que te encargaron y que pretendías borrar la memoria a Grimhilde. Sé que eres buena, y por eso no te voy a matar”- dijo finalmente.

-“¿No…no me va a matar?”- Tartamudeó Agata –“Entonces, ¿por qué me secuestró?”-

-“¿Y qué esperabas? ¿Que cogiera sólo a Grimhilde y a ti te dejara? ¿Sería algo sospechoso para tus compañeros brujos no?”- La miró como mira un profesor a un alumno.

De repente se oyó un fuerte golpe. Merlín maldijo por lo bajo y corrió al sótano, los prisioneros se escapaban. Agata se quedó en el despacho y se sorprendió al ver a Cruella entrar corriendo. Le dedicó una sonrisa malvada y abrió un armario de la pared. Sacó un enorme abrigo de pelo y se lo puso encima mientras corría hacia la salida.

Agata salió corriendo detrás de ella y se encontró con Merlín, lanzando hechizos desde una ventana. Se asomó por otra ventana cercana y enseguida reconoció el paisaje. Estaban en el castillo de Laura.

Oyó maldecir al brujo mientras se sentaba en el suelo sujetándose un brazo. Agata fue en su ayuda, le habían dado con fuego en el antebrazo y lo tenía calcinado.

-“¿Está bien?”- le dijo.

–“Tranquila, no es la primera vez que me quemo, tengo un dragón ¿recuerdas?”- sonrió.

Agata se volvió a asomar por la ventana y vio a algunos rezagados, entre ellos Cruella, que arrastraba tras ella a otra persona. A la brujita la dio un vuelco el corazón al ver que era Laura. Decidió ir tras ella, pero no quería dejar al mago solo con sus heridas. Resignada, se sentó junto a él.
-“Creo que ahora tenemos un destino en común”- dijo Merlín. –“Yo no puedo dejar que maten a gente con mi magia y tú no puedes permitir que hagan daño a tu amiga. ¿Me ayudarás a atraparles de nuevo?”-

-“Sí.”- dijo Agata finalmente.

Una guerra entre el bien y el mal se había desatado. Y por fin sabía de qué lado estaba.



Sé que me he extendido un poco jiji pero es que cuando me pongo.... como en el relato de Miss Marple, aunque siento que no halláis intentado averiguar quién era el asesino, se que quizá no di suficientes pistas.
Bueno, espero poder poner en post del sorteo el final de la historia de Miss Marple para que al fin conozcáis quién era el asesino.

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La profe Jessica




En el cole de las MiniDamiselas ya han vuelto de las vacaciones. Las profes están muy atareadas y a Jessica la ha tocado encargarse de los más peques.

En el patio los chiquitines se lo pasan pipa y juegan con sus compañeros más mayores. Jessica les ha enseñado algunas canciones y juegos y se divierte viendo cómo éstos los ponen en práctica con sus compañeros.

Un día, mientras los chiquitines jugaban junto a la valla exterior del cole, la que daba al bosque, un niño de los mayores se cayó del columpio y se hizo una herida muy fea. Jessica se lo llevó para curarlo y los peques aprovecharon para investigar.

Héctor, que era muy travieso, se puso a escarbar detrás de unos arbustos y encontró una abertura en la verja del cole. En seguida fue a buscar a sus compañeros y algunos, incluido Héctor, pasaron a través del agujero. Les parecía muy divertido haberse escapado del cole y, sin siquiera pensarlo, se fueron a investigar por el bosque.

Para cuando se dieron cuenta ya no sabían volver a la valla y  se empezaron a asustar.  Algunos animalitos los oyeron y se acercaron, curiosos, al ver que los niños lloraban. Los animales estaban acostumbrados a las personas, pues en el pueblo había muchas que pasaban su tiempo cuidando animalitos, una de ellas era Jessica.

Cuando los niños se habían tranquilizado todos los animales se pusieron tensos y desaparecieron asustados. Los pequeños no sabían que pasaba, pero pronto lo descubrieron. Un lobo con el pelo del lomo erizado les gruñía desde dentro de unos arbustos. Los niños se asustaron mucho y echaron a correr. El lobo saltó de entre los arbustos y se tropezó con unas ramas, se quedó tirado, gimiendo, pues se había hecho daño en una pata. Intentó levantarse pero no podía apoyar la pata, así que se volvió a caer.

En ese momento llegó Jessica respirando forzosamente. Los compañeros de Héctor y los demás habían avisado a la profe en cuanto éstos habían salido y ella había corrido por todo el bosque, buscándolos. Después de comprobar que todos estaban bien, vio al lobo y se acercó a ver cómo estaba.

Solo era un lobito joven, seguramente nunca había visto a un humano y decidió darles caza para probarse a sí mismo. Cuando Jessica se acercó empezó a gemir, pero pronto notó algo el ella que le hacía sentirse a salvo. La profesora comprobó su pata herida y el lobito lanzó un chillido cuando ésta se la intentó mover. Los niños se asustaron y Jessica les dijo que sólo se la había torcido, y que en un par de días no le dolería nada. Sacó un vendaje de uno de sus bolsillos, lo tenía de cuando había curado al niño del columpio, y envolvió la pata del lobito.

Cuando terminó le instó a que se levantara y éste lo hizo a regañadientes. Dio un par de pasitos cautelosos y se volvió a desplomar, la verdad es que tenía más cuento que daño, pero Jessica sabía lo cabezotas que podían llegar a ser los lobos, así que le cogió en brazos y les dijo a los niños que la siguieran.

Jessica sabía dónde estaba asentada la manada en esos momentos y pensó que lo mejor sería llevarle con los suyos para que le cuidaran y le dieran un escarmiento. Cuando llegaron, los niños estaban agotados, pero al ver tantos lobos les dieron ganas de correr con todas sus fuerzas. Jessica les dijo que no les harían daño y se acercó a la zona donde estaban los más jóvenes.

Algunos lobos ya la conocían, así que no la impidieron acercarse a ellos, e incluso algunos se acercaron a saludarla. Las crías más pequeñas correteaban entre las piernas de los niños y los hacían caer, pero éstos se lo pasaban estupendamente. Jessica dejó en el suelo al lobito justo delante de un grupo de lobas y se sentó a pocos pasos. Una loba se levantó y se acercó al lobo herido. En seguida éste empezó a gemir fingiendo que la pata le dolía mucho y la loba le dio un mordisco en la oreja, como regañándole. Jessica sonrió al ver la escena y la loba la miró durante unos segundos, luego se acercó y la lamió la cara, era su forma de darla las gracias por traerle a su hijo.

Cuando los lobos volvieron a sus sitios Jessica decidió que ya no había nada más que hacer allí y llamó a los niños para volver al cole. Se pusieron muy tristes, pero Jessica les prometió que volverían después de unos días para comprobar si el lobito estaba bien.

Los peques se despidieron y los cachorritos les siguieron varios metros, pero algunos lobos les llamaron y tuvieron que darse la vuelta.

Cuando llegaron al cole los demás estaban muy preocupados, el patio ya estaba vacío y los niños todavía querían jugar. Jessica les dijo que tenían que entrar para que sus compañeros vieran que estaban bien y no se los había comido un lobo. Los peques se rieron y entraron detrás de la profesora. Ese día tocaba dibujar lo que más les gustara del cole y muchos de ellos dibujaron a un lobito en el patio. ^^



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120 aniversario de Agatha Christie | Miss Marple




Este año se celebraba el VII Torneo de Bridge del pueblo de las MiniDamiselas. Y como buena anfitriona, la princesa Laura prestó el gran salón de la zona oeste de su castillo para la ocasión. La celebración de éste torneo reunió a muchos jugadores de varios reinos, pero debido a que en años anteriores hubo intentos de trampas, se decidió cerrar el portón del castillo y poner guardias en las inmediaciones de éste para que no entrara ni saliera nadie ajeno al torneo.

Después de la preparación de la sala, se dispusieron videocámaras por todos lados para que los espectadores pudieran seguir el torneo desde fuera. El torneo duraría todo un fin de semana y Laura, antes de que cerraran definitivamente el castillo, decidió visitar a sus amigas para decirlas que no las vería hasta el lunes siguiente.

La última en atravesar la entrada fue la princesa. Comenzó el torneo y se dispusieron los primeros jugadores en sus mesas. La mañana avanzó sin incidentes salvo por un jugador que lanzó la mesa por los aires al ver que le habían descalificado.

Hicieron una parada para comer y reanudaron el torneo. Al final de la tarde sólo quedaban ocho jugadores de los veintidós iniciales. El favorito de todos, Mr. Lucky mostraba radiante, no había perdido ni una sola partida.

Después de la cena algunos jugadores se quedaron en el salón para practicar, a esas horas las cámaras no estaban conectadas y podían jugar con total tranquilidad. Poco a poco la sala se quedó vacía y, finalmente, sólo quedaron Mr. Lucky y Mr. Rater, el mal perdedor. Después de perder doce veces consecutivas Mr. Rater se dio por vencido y subió a su habitación malhumorado, en el camino se cruzó con Mr. Wrong, que le deseó buenas noches.

A la mañana siguiente, a la hora del desayuno Mr. Wrong se separó del resto para ir a por una cosa que supuestamente se había dejado en el salón. Horas más tarde, comenzaron a entrar los jugadores en la sala cuando salían las doncellas de limpiarlo todo.

Laura aguardaba en la puerta para desear buena suerte a Mr. Lucky, pero no le vió. La resultaba extraño, pues no recordaba haberle visto tampoco en el desayuno. Laura la preguntó a April Fool, su ama de llaves, si había visto al señor Lucky en los jardines y ésta la contestó que lo vio la noche anterior, mientras lavaba platos, paseando por la zona del estanque, pero desde entonces no le había vuelto a ver.

Todos los jugadores eliminados se sentaron en los sillones del salón para hacer de espectadores en las partidas que quedaban y justo antes de que comenzaran a jugar se oyó un grito estremecedor procedente del fondo de la sala.

Era la señorita Alicia Finder, chillaba despavorida señalando a algo extraño que sobresalía de debajo de su sillón, parecía una mano. Entre dos hombres levantaron el tresillo. Efectivamente, ahí había un cadáver.

El torneo se canceló y mandaron a todos los jugadores a sus habitaciones. Cuando llegó la detective se reunió con Laura en el salón oeste.

-“Buenos días, me llamo Jane Marple. Siento haber tardado tanto, pero había un montón de guardias de seguridad que me han impedido el paso hasta que les he demostrado que era la detective de este caso.”-

-“Encantada Miss Marple. Espero que con su ayuda consigamos desvelar qué es lo que ha ocurrido aquí.”- dijo una apenada Laura.

-“Por supuesto que lo conseguiremos.”- dijo mostrando una cálida sonrisa a Laura. –“¿Reconoce a la víctima?"-

-“Por supuesto. Es, o mejor dicho era, el favorito de éste competición, el caballero que aquí yace es Mr. Lucky.”- dijo tristemente la princesa.

-“Bien, necesito investigar la zona y hacer unas cuantas preguntas. La buscaré a la hora de la comida para contarla mis avances.”- dijo Miss Marple a modo de despedida.

En el resto de la mañana la detective se dedicó a recoger testimonio de todos los encargados del servicio y varios jugadores. Comió con Laura y siguió investigando el resto de la tarde. A última hora del día, antes de la cena, reunió a un grupo de personas en el salón oeste y mandó cerrar las puertas. Todos estaban confusos, pues la mayoría no sabía que hacían allí.

-“Bien. Les he reunido aquí por una única razón. Todos han tenido que ver algo en éste asesinato hasta el punto de que uno de ustedes lo mató.”- Los presentes se miraron unos a otros, asombrados. –“Yo ya sé quién fue, pero les relataré cómo he llegado a mi conclusión narrándoles los hechos que nos han llevado a estar todos reunidos en esta sala.”-

» “Comencemos, ¿Quieren?” – Dijo, sonriendo, tras una pausa para contemplar el efecto de sus palabras. – “Lady Laura, usted dispuso su castillo para la celebración del torneo, ¿Por qué razón lo hizo si anteriormente siempre se había celebrado en otro lugar? Naturalmente, dirá que fue para conseguir la mayor seguridad e impedir las trampas. Pero yo se la verdadera razón. Usted deseaba conocer al famoso jugador de bridge Mr. Lucky. Ansiaba tenerle en su castillo y poder hablar tranquilamente con él, ¿pero se conformó con eso?”- Hizo una pausa mientras todos miraban con cara acusadora a Laura – “La respuesta es sí.”- Terminó entre risas. – “¿Creían que iba a desvelar al asesino en el primer lugar? ¿Qué emoción tiene eso? Lady Laura sólo quería conocer a su ídolo, eso es todo, no tiene nada de malo ¿verdad?

» Bueno, quizá deberíamos continuar con otra persona que, al igual que Mr. Lucky, era un participante del torneo. Señor Rater, ¿podría contarnos qué hizo la pasada noche del sábado?”-

- “Esto… yo… no es lo que piensan” – tartamudeó Mr. Rater.

-“Tranquilo. Usted no lo hizo, ¿verdad?”- dijo alegremente Miss Marple.

-“¿No?”- Preguntaron todos, incluidos Mr. Rater, a lo que los demás se le quedaron mirando con cara extraña.

-“Nuestro amigo, el señor míster gruñón, puede contar con un gran genio, pero no sería capaz de matar ni a una mosca. Además hay testigos que juran haberle visto entrar malhumorado a su cuarto y empezar a roncar minutos después.” – Todos dejaron de mirarle y éste se relajó.

» Bien, sigamos con el jugador Mr. Wrong. Según nos han contado usted se fue a su dormitorio mucho antes del asesinato. ¿Y el ama de llaves? Usted le contó a Lady Laura que vio al difunto Mr. Lucky paseando por los jardines, mientras lavaba platos, horas después de que terminara de jugar con Mr. Rater , y después se fue a dormir, ¿no?”- a lo que la nombrada asintió.

-“Entonces, ¿quién lo hizo?”- dijo Rater, inquieto.

-“Señoras y señores, dos que los aquí presentes mienten. Esto es lo que ocurrió realmente.

» Mr. Lucky jugó al bridge con Mr. Rater y le ganó doce veces seguidas, por lo que éste subió malhumorado a su cuarto. Después paseó por el castillo y se encontró con Lady Laura. Mantuvieron una agradable conversación y ésta también se retiró a sus aposentos. En el camino se encontró con su criada que iba “supuestamente” a lavar platos. Pero yo me pregunto, ¿qué hace una ama de llaves, por muy aplicada que sea, lavando platos a las once de la noche?”-

-“Solo cumplo con mi deber, señora”- dijo la aludida.

-“Noo. Si estuviera lavando platos, como usted dice, hubiera sido imposible que viera a Mr. Lucky paseando por el jardín.- hizo una pausa. - ¿Nadie se ha dado cuenta de que la cocina está en el sótano? ¡No hay ventanas! ¿Dónde estaba pues, si no era lavando? En el jardín, ayudando al asesino a trasladar el cadáver a la sala.”-

-“¿Qué?”- dijeron algunos, sorprendidos.

El ama de llaves temblaba, asustada. –“Tranquila querida, sólo fue una cómplice, podrá decir que la amenazó o cualquier otra cosa.

» Pero creo que ha llegado la hora de desenmascarar al asesino, y no es otro que…


¿Has descubierto ya quién es el asesino? Si es así escribe un comentario en el que pongas el nombre del asesino. Siento decir que no hay premio, pero sí la satisfacción de descubrir un crimen.
¿A que se siente uno bien? ^^

La respuesta la veréis en próximos post.



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LA MENINA Margarita de Austria



En una de las últimas noches calurosas de verano se celebraba, como todos los jueves, un espectáculo en el Hostal del pueblo de las MiniDamiselas. Carmen y su banda tocaban sus lindas canciones para alegrar el corazón de los viajeros. Finalizada la actuación, el dueño del local se colocaba frente a un hermoso piano de cola y empezaba a acariciarlo con tan suavidad que todos los presentes dejaban su conversación para poder oírle.

Mientras comenzaba a subir el volumen de la música los comensales reanudaban la charla. En ese momento tan pacífico de la velada, se abrió la puerta y entró en la estancia una bella muchacha ricamente vestida. Más tarde, los allí presentes, dijeron que parecía una princesa del siglo XVII.

No saludó a nadie. Carmen, que también hacía de camarera, la acomodó en una mesa y la dama solo le pidió que le trajera un vaso de agua.

Desde su entrada parecía que la sala se hubiese enfriado. Varios vecinos del pueblo le preguntaron a Carmen que si sabía algo de la mujer y ella bromeó, que siendo tan pálida y misteriosa, solo podía ser un fantasma.

Poco a poco la gente se fue retirando a sus habitaciones y el salón quedó vacío salvo por la dama que había entrado en último lugar.

Carmen se acercó a su mesa y carraspeó. Al ver que no la prestaba atención, se sentó frente a ella.

La misteriosa mujer levantó la vista, pero miraba a un punto lejano, como si no tuviera a nadie delante de ella. Despegó los labios y empezó a hablar:

-“No espero que crea lo que la voy a relatar, yo tampoco lo creo a veces, pero debo contar a alguien mi verdadera historia o me veré obligada a vagar eternamente por este mundo.”-

Carmen tragó saliva y esperó a que la mujer continuara con su historia.

-“Hace muchos años yo era una niña muy feliz. Tenía muchas damas de compañía que me vestían muy ricamente y me daban todo lo que las pedía, en mi corte había bufones y juglares para entretenerme sólo a mí y muchos artistas querían retratarme.

» Mi madre me amaba mucho y me mimaba, tenía una hermana mayor, pero apenas me prestaba atención. Yo era feliz hasta que mi padre enfermó y mi madre tuvo a mi hermano, Carlos. Pasé de ser un punto clave en mi familia a ser un estorbo. Mi hermano era débil y enfermizo, pero era más importante que yo. Finalmente se decidió que Carlos se podía valer por sí mismo y que ya no me necesitaban, así que me mandaron con mi prometido, que también era mi tío.

» Finalmente me casé con él, fue una boda hermosísima, la más bella y opulenta que haya  visto Viena. Fui una buena esposa y le di varios hijos, pero nunca me hizo felíz.”- Tras decir estas últimas palabras hizo una pausa. Parecía débil, como si se fuera a romper en cualquier momento.

-“Crea cuando le digo que, sepa lo que sepa de mí, nunca habrá oído esto último que la voy a contar, pues en aquel momento sólo lo sabíamos dos personas y una de ellas murió antes de atreverse a decir nada a nadie.

» En aquellos días que viví junto a Leopoldo, mi marido, conocí a un joven apuesto y alegre que trabajaba en la corte. Era aproximadamente de mi edad y, al parecer, era hijo de una de mis damas de compañía. Todas las tardes le veía cuidar de los jardines reales y le envidiaba por poder mancharse las manos de barro, cuidar él mismo las flores y estar al aire libre.

» Una noche, mientras todos dormían, bajé al jardín a contemplar los últimos setos que había podado, me recordaban mucho a un cuadro de mí que había pintado un amigo de mi padre hacía varios años. En esos recuerdos me encontraba cuando me asombré de descubrir al muchacho espiándome.

» “Ven” le dije. “¿En quién te inspiraste para podar este seto?” 


» “En vos mi señora.” Me respondió. “Desde que os vi en la ventana observándome mientras hacía mis labores no pienso en otra cosa que no sea usted. Y pensé que, como os gusta tanto mi trabajo, quizá os alegrara ver una réplica vuestra en vuestro jardín.”

» La respuesta me aturdió y unos calores que no había sentido jamás subieron a mis blancas mejillas. “Gracias,” dije, “me alaga mucho.” Entonces el chico se empezó a acercar. Yo no me pude mover, estaba paralizada. Solo reaccioné cerrando los ojos cuando sus suaves labios rozaron los míos.

» Nueve meses después tuve a mi última hija, María Ana Antonia. Desde el día de su nacimiento no la volví a ver. Ni a ella, ni a nadie.”-

Cuando terminó su relato Carmen hubiera jurado que podía ver a través de ella, como si fuera transparente.

-“¿Por qué no has podido ver a ningún ser querido después del alumbramiento?”- La preguntó.

-“¿Recuerda que la dije antes que solo dos personas sabían lo ocurrido? Ya habrá supuesto que una era el muchacho y la otra yo. ¿Recuerda también que una murió antes de poder contar su historia?...”- Dejó la frase en el aire, ya a penas se la veía.

-“Ahora ya he podido contarle mi historia a alguien y soy libre. Libre de ascender a los cielos y conocer por fin a mi querida hija, libre de reunirme con mi amante y, después de trescientos treinta y siete años, libre de elegir a quien amar.”-

La dama se desvaneció del todo y Carmen pudo sentir cómo, poco a poco, volvía la calidez a la estancia.

El fantasma de la emperatriz Margarita de Austria se había ido.


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